EL CONCEPTO DE LIBERTAD

El Islam considera que el hombre no puede ser libre en el sentido absoluto de la palabra, en ninguna sociedad humana, ya que deben existir ciertas limitaciones para que la sociedad funcione ordenadamente. Aparte de esta idea general, el Islam proclama el ideal de la libertad y la valora tanto para el musulmán como para él no musulmán.

El concepto se aplica a todas las actividades voluntarias del hombre. Esto se aclara con el concepto que todo hombre nace libre con arreglo a la "fitra", o un estado natural puro, lo que significa también nacer libre del sometimiento del pecado, de la inferioridad heredada y de las trabas atávicas. El derecho a la libertad es sagrado en tanto no infrinja deliberadamente la ley de Dios o profane los derechos de los demás.

Uno de los principales objetivos del Islam es el de liberar a la mente de supersticiones, al alma de pecado y la corrupción, a la conciencia de la opresión y el temor e incluso al cuerpo del desorden y la degeneración. El Islam procura lograr este ideal con las observancias espirituales, los principios morales vinculantes así como las normas alimenticias. La cuestión de la libertad en cuanto a la creencia, la adoración y la conciencia, reviste también extrema importancia en el Islam. En palabras del Corán: "Nada de imposición en cuanto a religión, porque ya se ha dilucidado la verdad del error. Quien reniegue del seductor y crea en Dios, se habrá aferrado a la verdad inquebrantable, porque Dios es omnipresente, sapientísimo" (2:256). Además, el Islam presenta la Verdad de Dios en forma de oportunidad y deja al hombre la elección de decidir su propio proceder. El Corán dice al respecto: "La Verdad dimana de vuestro Señor, así pues, quien quiera que crea, y quien no quiera que no crea (18:29).

El concepto islámico de la libertad constituye un artículo de fe, un mandato de Dios que se basa en los siguientes principios: la conciencia del hombre sólo se haya sujeta a Dios, ante Quien todo hombre es directamente responsable. Todo ser humano es personalmente responsable de sus obras y sólo él tiene derecho a recoger los frutos de su trabajo. Dios ha delegado en el hombre la responsabilidad de decidir por sí mismo.

El hombre recibe guía espiritual suficiente y cuenta con cualidades racionales que le permiten tomar opciones responsables y firmes.

Dentro de este marco se busca el máximo ideal de evitar las persecuciones religiosas, los conflictos de clases o los prejuicios raciales.