ISLAM RELIGIÓN DE MISERICORDIA UNIVERSALLa vida es la principal bendición de Dios así como la más evidente de todas ellas; la verdadera y eterna vida es aquella que acontecerá después de la muerte. Ya que podemos merecernos la vida eterna complaciendo a Dios, Él nos envió, por medio de Su compasión hacia la humanidad, a los Profetas y reveló Escrituras Sagradas. Por esta razón, mientras menciona Sus dones a la humanidad, empieza de la siguiente manera: Todos los aspectos de esta vida son una preparación para la otra y cada criatura se halla dedicada a este fin. El orden es evidente en cada esfuerzo, y la compasión está presente en cada logro. Algunos acontecimientos «naturales» o convulsiones sociales pueden parecer desagradables a simple vista, pero no debemos considerarlos como algo incompatible con la compasión. Son como nubes negras o relámpagos y truenos que aunque nos atemorizan, nos traen las buenas nuevas de la lluvia. Por eso, el universo entero glorifica al Misericordioso. La compasión del Mensajero de Dios abarcaba a todas las criaturas. Deseó, por supuesto, que todo el mundo fuese guiado. En realidad, esto fue su principal preocupación: Cuando fue severamente herido en la batalla de Uhud, alzó sus manos y rezó: «¡Oh Dios, perdona a mi gente, porque ellos no saben!». En cuanto a los no creyentes, Dios suprimió su destrucción colectiva, aunque el Todopoderoso erradicó a gente como ésta en el pasado: El Arcángel Gabriel también se benefició de la misericordia del Corán. Una vez el Profeta preguntó a Gabriel si había participado de la misericordia contenida del Corán. Gabriel respondió que así era y dijo: «No tenía certeza sobre qué iba a ser de mí. Sin embargo, cuando el versículo: “Alguien obedecido (por sus ayudantes), y es digno de confianza (al cumplir las órdenes de Dios, en particular, al transmitir la Revelación)” (81:21) fue revelado, me sentí seguro». El Mensajero era particularmente compasivo con los niños. Siempre que veía a un niño llorar, se sentaba junto a él o ella y compartía sus sentimientos. Sentía el dolor de una madre por su hijo más que la propia madre. Una vez dijo: «Me pongo a rezar y me gustaría prolongar la Oración. Sin embargo, oigo a un niño llorar y acorto la Oración para aliviar la ansiedad de la madre». Dijo: «Compadeced a aquellos en la Tierra que los de los Cielos os compadecerán». Cuando Sad ibn Ubada se puso enfermo, el Mensajero le visitó en su casa. Al ver a su fiel Compañero en un estado tan lamentable, empezó a llorar y dijo: «Dios no castiga por derramar lágrimas de pena, sino que castiga por esto» señalando a su lengua. Cuando ‘Uzman ibn Madun murió, lloró profusamente. Durante el funeral una mujer comentó: «‘Uzman ha volado como un pájaro hacia el Paraíso». Incluso en ese estado de tristeza el Profeta no perdió su compostura y corrigió a la mujer: «¿Cómo sabes eso? Ni siquiera yo lo sé y soy un Profeta». Un miembro de la tribu de Banu Muqarrin golpeó una vez a su criada. Ella informó al Mensajero, que mandó llamar al amo. Le dijo: «La has golpeado sin justificación alguna. Libérala». Liberar a un esclavo era mejor para el amo que ser castigado en el Más Allá por dicho acto. El Mensajero siempre protegió y apoyó a las viudas, los huérfanos, los pobres y los discapacitados incluso antes de anunciar su Misión Profética. Cuando regresó a su casa en estado de emoción desde el monte Hira tras recibir la primera Revelación, su esposa Jadiya le dijo: «Espero que seas el Profeta de esta Umma, pues siempre dices la verdad, cumples tus promesas, apoyas a tus familiares, ayudas a los pobres y a los débiles y acoges de buen grado a los invitados». Su compasión incluso abarcaba a los animales. Nos hizo saber que: «Una prostituta fue guiada a la verdad por Dios y entró en el Paraíso por haberle dado agua a un perro que moría de sed. Otra mujer entró en el Infierno por haber dejado a un gato morir de hambre». Mientras regresaban de una campaña militar, algunos Compañeros sacaron unos polluelos de su nido para acariciarlos. La madre de los polluelos, al no encontrarlos en el nido, empezó a volar alrededor emitiendo sonidos de angustia. Cuando se le informó de ello, el Mensajero se enfadó y ordenó que los polluelos fuesen devueltos al nido. Una vez le dijo a sus Compañeros que Dios le recriminó a un Profeta del pasado haber incendiado un hormiguero. Estando en Mina, algunos de los Compañeros atacaron una serpiente para matarla. Sin embargo, consiguió escapar. Viendo eso desde lejos, el Mensajero comentó: «Se ha salvado de vuestro mal igual que vosotros os habéis salvado del de ella». Ibn Abbas informó que el Mensajero vio a un hombre afilando su cuchillo ante la oveja que iba a degollar y preguntó: «¿Es que quieres matarla varias veces?». Su amor y compasión por las criaturas es muy diferente al de los autoproclamados humanistas de hoy en día. Era sincero y equilibrado en este aspecto. Era un Profeta educado por Dios, Creador y Sustentador de todos los seres, para guía y felicidad de la humanidad, los genios y la armonía de la existencia. Como tal, vivió para los demás y fue una misericordia para todos los mundos, una manifestación de la Compasión. El profeta Muhammad erradicó cualquier tipo de diferencias de raza y color. Una vez Abu Zarr se enfadó tanto con Bilal que le insultó y le dijo: «¡Hijo de negra!». Bilal fue al Mensajero y le contó llorando el incidente. El Mensajero le reprochó a Abu Zarr diciéndole: «¿Todavía tienes restos de la Yahiliya?». Lleno de arrepentimiento, Abu Zarr se tiró al suelo y dijo: «No voy a levantar mi cabeza (queriendo decir que no se levantaría) hasta que no ponga Bilal su pie sobre la misma y pase por encima de ella». Bilal le perdonó y se reconciliaron. Ésa era la hermandad y humanidad que el Islam creó entre gente que una vez fue salvaje. |