SU FILOSOFÍA

Habría mucho que decir si uno quisiera seguir, paso a paso, el progreso del pensamiento musulmán en el campo de la filosofía. Aquí sólo podemos dar un perfil general de la obra de los pensadores musulmanes en cuanto a la influencia que ejerció sobre la evolución de las ideas filosóficas de Occidente.
La especulación filosófica comenzó muy temprano en el mundo del Islam. Hubo un tiempo en que unos escritores tendenciosos se agruparon para negar completamente la filosofía musulmana. Afirmaban que cualquier doctrina en desacuerdo con el contenido del Corán o que proyectase alguna duda sobre sus principios religiosos no hubiera tenido ninguna oportunidad de desarrollarse en el ambiente intolerante del Islam.
Hasta no hace mucho tiempo, los textos históricos todavía enseñaban a los escolares que cuando los árabes conquistaron Egipto, el Califa Omar mandó destruir la famosa biblioteca de Alejandría porque: "si los libros que hay dentro están de acuerdo con la filosofía islámica, son inútiles; si la contradicen son perjudiciales".
Nadie que posea el más mínimo conocimiento sobre la materia presta atención a tales afirmaciones, frente a las que se levantan amplias pruebas de lo contrario.

No sería ni justo, ni cierto, relegar el pensamiento musulmán al papel de un humilde asistente de la filosofía griega. La especulación filosófica árabe data del primer siglo de la era musulmana y aparece primero en relación con la teodicea del Islam.
La existencia de Dios, su unicidad, su poder, su justicia, su clemencia y sus otros atributos divinos, formaron el tema de agudas y sutiles tesis. Surgieron distintas corrientes de pensamiento durante sus discusiones, que con frecuencia eran muy apasionadas. Nacieron escuelas con diferentes puntos de vista en lo referente a las cuestiones de la predestinación, la libertad moral, la salvación mediante trabajos o la fe, la sucesión del Profeta como líder espiritual  y temporal de la Comunidad Musulmana y muchos asuntos más. Fueron conocidas como las escuelas Kharidjita, Murdjita y Kadarita.
Al principio del siglo II surgió la importante escuela de Mu’tazilitas. Todas estas escuelas existían antes de la traducción de los autores griegos, que no empezó a realizarse hasta el califato de Al-Mansur (753-774), y nos dan prueba del desarrollo completamente independiente del espíritu del Islam.

Con la expansión y asimilación de las obras de la antigüedad, el pensamiento musulmán se hace mas complejo y más sutil.
En el tercer siglo de la Hégira, bajo Al-Kindy, fue fundada la Escuela musulmana de escolástica. Está estrechamente relacionada con la tradición helenística y en ella predominan las tendencias neoplatónicas. Varios escritores de esta Escuela se encargaron de la tarea de reconciliar a Platón y Aristóteles y de ponerles en la misma línea que la religión revelada. Los más ilustres de estos escritores son Al Farabi (el filósofo musulmán más grande después de Avicena, a quien debemos un tratado de gran espiritualidad y nobles sentimientos titulado: La ciudad perfecta), Ibn Badja, Ibn Tufayl e Ibn Ruchd (Averroes).
Hoy día nadie niega que la escolástica cristiana tomó como base los escritos de estos árabes.
En filosofía, como en ciencia, el pensamiento musulmán fue un  eslabón indispensable entre el pensamiento de la antigüedad y la especulación moderna.

"Es un hecho muy claro que el Islam logró reconciliar el monoteísmo, que es la principal contribución del antiguo mundo semítico, con la filosofía griega, que era la contribución primaria del antiguo mundo indoeuropeo" (Jacques C. Riesler).
Desde luego, debemos recordar que en el mundo de la meditación filosófica, la escolástica forma solamente una parte del pensamiento musulmán, menos importante y ciertamente menos original que el movimiento de ideas producido por grupos teológicos.
En filosofía, como en ciencia, los pensadores musulmanes mostraron una curiosidad intelectual que abarcaba todo. Todos los problemas sobre las causas primarias que se presentaron a la mente del hombre, todas las formas de meditación filosófica que van del empirismo más positivo al misticismo más elevado, pasando por etapas intermedias de escepticismo y racionalismo, encuentran su expresión en una multitud de escuelas filosóficas. Si nos paramos a examinar la escolástica musulmana más detalladamente, es porque la influencia de sus principales representantes sobre la filosofía religiosa y laica fue particularmente importante en la Europa de la Edad Media. Avicena y Averroes alcanzaron tal renombre en Occidente, que su fama superó en mucho la adquirida en Oriente, donde eran conocidos principalmente como médicos.

La importancia de Avicena, que es considerado por algunos como el punto culminante de la historia intelectual de la Edad Media, se basa en el carácter enciclopédico de su trabajo. Ya hemos hablado de su eminente posición en la historia de la medicina. Desempeñó un papel no menos importante en la ciencia y en la filosofía. Estableció un sistema científico que duró varios siglos. Como principal representante del escolasticismo formuló por completo esto filosofía y le dio toda su amplitud dé miras.
Las influencias aristotélicas y platónicas no alteraron de manera alguna la originalidad del pensamiento de Avicena. Es capaz de discutir a Aristóteles en un mismo nivel intelectual incluso en muchas ocasiones le corrige o lleva sus argumentos a unas conclusiones lógicas. Sus principales obras son: "Kitab Al Shifa" (el arte de curar), "Al Hidayat Fil Hikmat" (Guía a la sabiduría), "La historia de Hayyi Ibn Yagzan", "Kitab Al Icharat Wa'l Tanbihat" (Manual de enseñanza y advertencias), etc. Las primeras traducciones de Avicena datan de principios del siglo XII.
La  influencia  de  Avicena  en  el pensamiento filosófico occidental fue inmensa. "No hay ni una sola tesis de nuestros filósofos medievales que no examine sus relaciones con la filosofía de Avicena. Y cuanto más profundamente se examina esto, más claramente se ve que Avicena no fue sólo una fuente de la que todos bebieron libremente sino también una de las principales influencias formativas de sus pensamientos", (A.M. Goichon: La filosofía de Avicena y su influencia en la Europa medieval. Ediciones Adrien Maisonneau, París).

Alberto Magno le tomó como modelo, aunque luchó contra la filosofía árabe en general y Renán en su trabajo "Averroes y el averroismo", no dudó en afirmar que el maestro de Santo Tomás "le debía todo a Avicena". El mismo Santo Tomás, que estaba muy influido por Averroes, no era un desconocido del pensamiento aviceno. El Papa Juan XXI, antes de subir al trono pontificio, "enseñaba una teoría del conocimiento, en la que Avicena sustituía a Aristóteles". Guillermo de Auvergne, Alejandro de Hales y muchos otros, aprendieron de la misma fuente. Averroes, cuyo nombre es una distorsión de Abdul Walid Mohammad Ibn Ruchd, tuvo aún más éxito en Occidente que el propio Avicena. Por sus comentarios sobre Aristóteles adquirió una fama inigualable para cualquier otro autor musulmán. Se cree que fue Michel Scout quien tuvo el honor de introducir a Averroes a los latinos. A mediados del siglo XII todas las obras impórtenles del filósofo andaluz fueron traducidas al latín.
El extraño destino de Averroes determinó que, sin él quererlo, desempeñara un doble papel en la historia la escolástica medieval. Glorificado por algunos como el "gran comentador de Aristóteles", una autoridad suprema y admirado mundialmente fue atacado por otros como la representación de la perversión y de la impiedad.

A pesar de que Alberto Magno le cita raramente, el caso de Santo Tomás es de alguna manera complejo: "Santo Tomás, dice Renan, es al mismo tiempo el adversario más peligroso con que se enfrentó la doctrina averroista y se puede afirmar, sin temor a la paradoja, que el primer discípulo del "gran comentador", Alberto Magno, le debe todo a Avicena, y que Santo Tomás de Aquino le debe prácticamente todo a Averroes".
El Reverendo Padre Asín Palacios, que ha realizado profundos   estudios  sobre   el averroísmo teológico de Santo Tomás y que de ninguna manera clasifica a Averroes con los averroístas latinos, toma varios textos del filósofo cordobés y los compara con textos del "doctor angélico" (Miguel Asín Palacios: El averroísmo teológico de Santo Tomás de Aquino, Huellas del Islam, Madrid, 1.941).
La similitud de su pensamiento se muestra en el uso de expresiones tan semejantes que no cabe duda alguna de la decisiva influencia que ejerció el filósofo musulmán sobre el más grande de todos los teólogos católicos.

En los siglos XIV y XV la influencia de Averroes alcanzó su punto más alto. Sus comentarios fueron utilizados como textos obligados con preferencia sobre los tratados de Aristóteles. Juan de Baconthorp, que murió en 1.346, Provincial de los Carmelitas en Inglaterra y doctor de la Orden, implantó el averroísmo como enseñanza tradicional de su escuela.
Pablo de Venecia (que murió en el año 1.429), un brillante ejemplo de la Orden Agustina, muestra abiertamente su simpatía por las teorías averroístas más radicales. Cuando en 1.473 Luis XI organizó la enseñanza de la filosofía, hizo obligatorio el estudio de la doctrina de Aristóteles y de su comentador Averroes. Vicomercato, a quien nombró Francisco I, la enseñó en la Universidad de Francia desde 1.534 hasta 1.567.

Pero es la Universidad de Padua la que se convierte en la verdadera fortaleza del peripatetismo árabe de esa época. Averroes es su invencible campeón. Esta tradición iba a durar hasta bien entrado el siglo XVII.
Bolonia, Ferrara y Venecia, iban a seguir la primacía intelectual de Roma.
Aunque se encontraron con un apoyo entusiasta,  hubo también  una  reacción vehemente en contra del aristotelismo árabe y de su principal representante. Esto tenía su origen, desde luego, en el campo de la teología ortodoxa y culminó finalmente con los humanistas del Renacimiento.
En 1.240, Guillermo de Auvergne, entonces Obispo de París, mandó que censuraran varias escrituras teñidas de arabismo. En 1.269, Etianne Tempier, Obispo de París, confirmó esta sentencia. No obstante, esta censura no pudo aplastar el movimiento. La filosofía árabe continuó desarrollándose. De hecho, Siger de Barabant, que está considerado como el fundador  del  movimiento que  llamamos "averroísmo latino" o "averroísmo cristiano", estuvo enseñando en la Universidad de París entre los años 1.266 y 1.277.

En el año 1.277 el Papa ordenó una nueva investigación cuyo resultado fue la prohibición de 219 escritos considerados subversivos. Expulsado de la Universidad y obligado a comparecer ante la Santa Inquisición, Siger fue condenado a cadena perpetua. Pero a pesar de todas estas medidas, el averroísmo continuó ganando terreno.
La oposición humanista a Avicena no era menos violenta. Según ellos, el comentador representaba la filosofía y el espíritu árabe, y desde que las antiguas fuentes se hicieron directamente accesibles,   los  árabes  se convirtieron en víctimas de los ataques más virulentos. Sin tener en cuenta los servicios inmensos que los árabes habían prestado a la humanidad, asegurando la continuidad del saber griego, fueron objeto de acusaciones de la mayor depravación intelectual y de corrupción de la antigua civilización.
Petrarca, que fue considerado y con toda justificación, como uno de los primeros modernos, escribió en una carta a su amigo Jean Dondi: "Odio a esta raza. Sería dificilísimo hacerme creer que algo bueno pueda venir de los árabes".

Sin embargo, a pecar de la violencia de este doble ataque por parte de teólogos y de humanistas, a pesar de las sentencias de los Concilios de Letran y de Trento y de las persecuciones de la Inquisición, el averroísmo continuó hasta bien entrado el siglo XVII.
El movimiento de ideas efectuado por Averroes fue tan extenso y las críticas de su trabajo tan contradictorias, que es necesario un considerable esfuerzo para comprender la verdadera personalidad del filósofo. Hay frecuentemente una laguna entre el pensamiento original del comentador y las ideas que se le han atribuido. Debería hacerse una clara distinción entre ambas.
No   podemos   realizar   tal   tarea sucintamente. Esperamos que, sin embargo, quede claro que Averroes prevaleció sobre la filosofía Occidental durante varios siglos, que sus  doctrinas   incluso distorsionadas  y disfrazadas, -tanto por los entusiasmados seguidores   como   por   sus implacables oponentes-, revolucionaron el pensamiento de la élite intelectual de Europa y contribuyeron a la liberalización del pensamiento occidental de ciertos impedimentos limitativos.