EL PROFETA MUHAMMAD

El Amor del Profeta Muhammad Hacia los Niños

El corazón de un niño debería ser instruido con la creencia en Dios y con el espiritualismo a una edad temprana. Tener conocimiento sobre Dios en una edad temprana ayudará a un niño a vencer las dificultades de la vida no sólo en su infancia sino también en su vida de adulto.
Cuanto más se exponga a un niño a una comunidad que observa y profesa la religión, tanto más fácil será para aquel niño entender y aceptar la religión así como el espiritualismo a lo largo de su vida. Se ha comprobado que los niños que crecen en un ambiente espiritual establecerán con mayor probabilidad buenas relaciones con sus padres (Nursi, 2002). El Islam enseña que los niños son regalos de Dios, el Compasivo y Generoso. Nosotros deberíamos quererles y cuidarles con perfecta compasión y ternura para asegurar su crecimiento saludable. 

El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él), quien era mencionado por su esposa Aisa como un «Corán Viviente», es un ejemplo esencial para entender el concepto islámico de cómo educar la espiritualidad de los niños. Tal y como en otros aspectos de su vida, el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) nos sirve aquí como ejemplo sobre cómo criar a nuestros niños.  
En muchas de sus enseñanzas, el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) enfatizó la importancia de mostrar amabilidad y compasión a los niños. Ya que los niños son débiles e indefensos, sus espíritus crecen sanos y saludables cuando llegan a conocer y experimentar por si mismos a su Creador Compasivo y Todopoderoso. Mediante la confianza en Dios y la completa entrega a Su orientación, los niños serán capaces de afrontar los miedos y desafíos a lo largo de toda su vida.  
Un niño necesita sentirse seguro, y el mejor modo de darle este sentimiento es enseñarle que Dios es el Más Misericordioso y el Más Compasivo y que Él le protege de todo el mal. Un niño, débil y necesitado, puede sentirse seguro en la vida sólo a través de esta creencia. Además, enseñar a un niño a estar agradecido por todo lo que posee y recibe es otro aspecto importante para un correcto desarrollo espiritual. Un niño debería ser concienciado de que todo lo que se es dado en última instancia viene de Dios. De esta manera, un niño se convertirá en una persona agradecida y apreciativa.  

Ser clemente y cariñoso con los niños ocupa un lugar especial en las enseñanzas (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) del Profeta Muhammad. Para enfatizar la importancia de la misericordia en el desarrollo espiritual de niños, el Profeta declaró, «Quienquiera que no sea clemente de sus hijos no es uno de nosotros [Muslim]». Así el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) enseñó que deberían acercarse a niños con piedad, amor, respeto y confianza, y que las enseñanzas islámicas enfatizan particularmente la piedad y el amor. Su esposa Aisa dio el siguiente ejemplo:  
Un día, un beduino vino al Profeta Muhammad y le dijo: «Vosotros besáis a niños pero nosotros no los besamos según nuestras tradiciones. El Profeta (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) contestó: « ¿Qué puedo yo hacer por ti si Dios te ha despojado de compasión?» (Sahih al-Bujari, «Adab», 18; Muslim, «Fadail», 64) .

Abu Huraira relató:  
Un día el Mensajero de Dios (la paz sea con él) estaba en el Bazar de Bani Qainuqa. Se marchó del mercado y yo también. Él volvió a la tienda de campaña de Fatima y preguntó: « ¿Está el pequeño (Hasan) allí?» Luego dijo: «Llama a Hasan». No había pasado mucho tiempo cuando (Hasan) vino corriendo con un collar de cuentas puesto alrededor del cuello. El Mensajero de Dios abrió los brazos y Hasan también lo hizo. El Mensajero de Dios lo abrazó y dijo: «Oh Dios, le quiero, por favor ámalo y ama a aquellos que le aman » Desde que el Mensajero de Dios dijo esto nada ni nadie ha sido más querido por mí que Hasan. (Bujari, «Libas», 58:5545).

Es importante citar, sin embargo, que el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) era imparcial en su enfoque hacia la educación de niños. Él era misericordioso y cariñoso hacia niños, pero él también actuaba con resolución en su enseñanza. Fethullah Gülen anota lo siguiente de Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él):  
El Mensajero era completamente equilibrado al educar sus hijos. Los amaba muchísimo a ellos y a sus nietos y les infundió el amor. Sin embargo, nunca dejó que abusaran de su amor. Ninguno de ellos deliberadamente pretendió hacer nada malo. Si ellos cometieran un error involuntario, la protección del Mensajero impediría que se apartaran del camino recto. Lo hizo protegiéndolos con amor y en un aura de dignidad. Por ejemplo, una vez Hasan o Husayn quisieron comer un dátil que se había dado para que se distribuyera entre los pobres como limosna. El Mensajero inmediatamente lo tomó de su mano y dijo: «Nos está prohibido tomar algo dado como limosna». Al educarlos estableció un principio de educación muy importante cuando eran jóvenes para que fueran sensibles sobre los asuntos prohibidos. (M. Fethullah Gulen, El Mensajero de Dios: Muhammad, 2005, pág.182).

Él nunca hizo cualquier distinción entre sus hijos e hijas, diciendo «Que hermosa es una niña - compasiva, provechosa, tranquila, bendita, y llena de sentimientos maternales». El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) no limitó su amor y piedad y fue clemente y piadoso con niños de diferentes religiones. Él enseñó a los musulmanes tratar a sus convecinos de distintas creencias como sus parientes más cercanos. Por ejemplo, él mismo visitó a los hijos de un vecino judío cuando él se hallaba enfermo.  
El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) le dio una importancia especial a jugar con los niños. Animó a los padres a jugar con sus niños, e indicó que aquel que tuviera a su cargo niños pequeños debería comportarse como un niño y jugar con ellos a su vez. Una vez, el Profeta y algunos de sus estudiantes fueron invitados a cenar. En el camino, se encontraron con su nieto Husayn—quien era un muchacho joven— que estaba jugando con algunos otros niños. Cuando el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) vio a los niños, se adelantó y extendió los brazos a fin de abrazarlos, y los niños comenzaron a correr jugando alrededor de él. Entonces el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) persiguió a Husayn hasta agarrarle para participar en su juego. Cuando le agarró a Husayn, él puso una mano bajo su barbilla y una mano detrás de su cuello y lo besó. 

Los niños son observadores perspicaces; observan a su alrededor con atención, y su vida espiritual se halla bajo la influencia de lo que le rodea. Es crucial darse cuenta que los familiares más cercanos en casa, la familia al completo, el ambiente en la escuela, y los amigos, todos por igual ,ejercen influencia en el desarrollo espiritual de un niño. El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) dijo que cada niño nace dotado con una capacidad de acercarse a Dios, pero que su entorno podrían hacer que él o ella se dejara llevar a otro camino alejándolo de él.  

Todo lo que rodea a un niño tiene un efecto en su alma. Por lo tanto es necesario que el entorno al cual el niño es expuesto deba ser elegido con cuidado. Los eruditos islámicos declaran que las imperfecciones que un niño puede asimilar de ambientes perjudiciales dejan un punto negro en su corazón. Por ejemplo, es la obligación espiritual de todos los padres proteger a sus niños de imágenes o sonidos indecentes, y de gente con pensamientos inmorales, sentimientos inmorales, y ojos pecaminosos. Teniendo esto en cuenta, el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) declaró que las primeras palabras que un niño debería oír han de ser «La ilaha illallah» (No hay más deidad sino Dios). La totalidad del conocimiento espiritual de un niño estará basado en estas primeras palabras.  

Según el Islam, la espiritualidad entra en la vida con la práctica religiosa diaria. La oración (salat) es uno de los cinco pilares principales del Islam. El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) declaró: «La oración es el pilar en el que se apoya la religión». Además, el Profeta también declaró que una persona experimenta la proximidad más cercana a Dios postrándose en la oración. Así, podemos entender que el nivel más alto de la espiritualidad es experimentado gracias a la oración. Por lo tanto, la oración en una absoluta concentración es importante. Para conseguir esta concentración, la mayoría de la gente prefiere ambientes tranquilos.  
Aunque la presencia de los niños en lugares de culto pueda hacer perder la concentración y afectar al recogimiento de los fieles, las enseñanzas del Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) claramente indican que él no hizo salir a los niños de los lugares de culto. Se relata que, incluso si cuando él dirigía la oración en la congregación, no insistía que los niños abandonaran el lugar de culto. El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) se mantuvo en su decisión hasta tal punto que los niños pudieron pasar por sus piernas jugando mientras completaba la oración. A veces los niños que jugaban se subieron a su espalda mientras él se postraba. En cierto caso, un niño se subió a su espalda mientras estaba postrado, y aunque él estaba dirigiendo la oración, permaneció en dicha posición hasta que el niño se hubiese bajado.  

El Profeta también permitió que los bebés estuvieran presentes en los lugares de culto. Acortó las oraciones para que las madres fueran capaces de cubrir las necesidades de sus bebés. El Profeta dijo: «Cuando empiezo la oración, tengo la intención de prolongarla, pero al oír el llanto de un niño, como no me gusta preocupar a la madre del niño, interrumpo la oración».  
En algunos casos, él rodeaba con sus brazos a los niños para poder mantenerles en los lugares de culto mientras él rezaba. Los abrazó mientras estaba de pie y los colocó con cuidado a su lado mientras se postraba. En este asunto el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) no hizo distinción alguna entre niños y niñas. Se relata que el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) llegó a la mezquita llevando a su nieta Umama, e sobre hombros. El Profeta Muhammad dirigió la oración manteniéndola sobre los hombros. La dejó a su lado al postrarse y la tomó otra vez sobre sus hombros al sentarse y siguió haciéndolo hasta que terminara la oración.  

Tampoco el Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) intentó sacar a los niños de la congregación mientras predicaba en la mezquita. Uno de sus estudiantes dijo: «Vi a Nuestro Profeta (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) dar a un sermón. Su nieto Hasan se sentaba en sus rodillas. Durante su discurso, de vez en cuando se inclinaba, besaba al niño, y decía: “Lo amo”».  
El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) no sólo permitió a niños entrar en la mezquita, sino que también asignó un lugar especial para que pudieran participar en las oraciones. Mantener a los niños cerca durante las oraciones diarias es sumamente importante, ya que el niño se beneficiará del ambiente espiritual. Aprendemos de estas enseñanzas que en lugar de hacer que los niños abandonen los lugares de culto, deberíamos intentar concentrarnos durante la oración en presencia de los niños.  
El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él) es un perfecto ejemplo de cómo los seres humanos pueden elevarse hacia las estaciones espirituales. Siguiendo su ejemplo, se requiere que musulmanes sean transparentes con sus pensamientos. Es decir, un musulmán no debería pensar de un modo y actuar de otro diferente, y es importante ser consecuente con los niños. La presencia de una inconsistencia entre lo que los adultos dicen y hacen puede causar profundas heridas en la espiritualidad de un niño.  

Por ejemplo, una persona podría ser espiritualmente sana en todos los sentidos, pero si él es un avaro, esto podría contaminar su espíritu perfecto. Por lo tanto, es importante enseñar a un niño a compartir y tener compasión de los necesitados o desafortunados. El modo sugerido de enseñar es hacerlo mediante un ejemplo: si los padres son clementes con los necesitados y comparten su riqueza con ellos, un niño seguramente captará la importancia de esta conducta.  
Si los padres quieren que su niño rece como ellos, tienen que rezar en presencia del niño en la más sincera y ejemplar de las maneras. Ver a sus padres en un estado de júbilo gozoso durante una oración devota puede abrir el alma de un niño y puede hacerle preguntar y aprender sobre la oración que están rezando. Explicar los placeres espirituales de las oraciones y los rituales en dicho momento penetraría sin ninguna dificultad en lo más hondo del alma del niño. Intentar explicar la experiencia de un ritual espiritualmente satisfactorio que nunca se ha experimentado no tendría un efecto similar en el mundo interno del niño.