JUDAÍSMO

Un vistazo al alegato de que el Corán, el Islam y los musulmanes son antisemitas.
Parte 1: La designación de la raza semítica y la posición favorable de los judíos ante Dios.
En estos días hay mucho alboroto por parte de ciertos grupos que alegan que el Corán es antisemita, llegando incluso a hacer que algunas de sus traducciones sean prohibidas en varios distritos escolares en los Estados Unidos. Leemos en la Enciclopedia Judía acerca de la definición de “Antisemita”:
“El término ‘Antisemitismo’ tiene su origen en la teoría etnológica de que los judíos, como semitas, son completamente diferentes de los arios o indoeuropeos, poblaciones que jamás pueden ser fusionadas con ellos. La palabra implica que los judíos no son opuestos en razón a su religión sino a causa de sus características raciales”.
Uno concluye inmediatamente, a partir de esta declaración, que el Corán no es antisemita en absoluto, y que los versículos que amonestan a los judíos son específicos de ciertas transgresiones que ellos hacen en relación a su religión, y no en relación a su origen racial.

¿Quiénes son los semitas?

Bíblicamente, la denominación más general de “semitas” son todos los descendientes de Sem, uno de los tres hijos de Noé, ya sea la primera o la última de las opiniones conflictivas de los eruditos bíblicos, pero siempre la primera en mencionarse. Es en la casa de Sem donde la Shekinah debe habitar, y él es destacado con muchos otros elogios y bendiciones en la Biblia. “…está claro que, de acuerdo con la clasificación bíblica, los árabes, babilonios, asirios, arameos y hebreos eran considerados como semitas o descendientes de Sem”. Los eruditos modernos, haciendo mayor énfasis en derivaciones lingüísticas, incluyen a los abisinios, fenicios, cananeos, hebreos, moabitas y edomitas a los ya mencionados.
En cualquier contexto que consideremos el tema, los árabes, como los hebreos (y por tanto los judíos) son claramente semitas también. De modo que decir que el Corán es antisemita es decir que el Corán hace inferior a toda la raza semítica frente a las otras, y que esto incluye también a los árabes, lo que es improbable, pues Dios favoreció a estas naciones con Profetas.
En los textos rabínicos de los judíos, el sacerdocio de Sem es transferido a Abraham, y es por esta transferencia de sacerdocio que los judíos se ven a sí mismos como el pueblo elegido y alegan la propiedad de las tierras de Canaán, donde se encuentra hoy día Palestina. Ellos alegan que la Shekinah fue transferida a Abraham y su progenie, específicamente a Isaac, y que, por tanto, la preferencia semítica de Dios es específica para ellos, y más específicamente para los israelitas, la progenie de Israel, también conocido como Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham.

Los semitas, “un pueblo elegido”

En lugar de considerar a los israelitas como una raza inferior, el Corán afirma su posición favorable entre la humanidad. Esto es debido a los inmensos sacrificios de Abraham y sus invocaciones a Dios para que hiciera profetas de su progenie, por lo que Dios eligió a sus hijos como receptores de la Profecía. Abraham llamó a su Señor:
“Y ésta es Nuestra prueba; se la proporcionamos a Abraham para que argumente contra su pueblo. Así elevamos la condición de quien queremos; ciertamente tu Señor es Sabio, Omnisciente. Y le agraciamos con Isaac y Jacob, a quienes guiamos. A Noé le guiamos antes que él. Y de sus descendientes [guiamos] a David, Salomón, Job, José, Moisés y Aarón; y así es como recompensamos a los benefactores. Y a Zacarías, Juan, Jesús y Elías; todos ellos se contaron entre los justos. Y a Ismael, Eliseo, Jonás y Lot; a todos ellos les distinguimos entre los hombres. Y también distinguimos a algunos de sus antepasados, descendientes y hermanos, y les guiamos por el sendero recto”. (Corán 6:83-87).
Los israelitas son un pueblo elegido, porque Dios quiso elevar profetas entre ellos. El Corán reconoce este favor en numerosas citas y se lo recuerda a los israelitas.
“¡Oh, hijos de Israel! Recordad las mercedes con las que os agracié y cómo os distinguí entre vuestros contemporáneos”. (Corán 2:47, 2:122).
“Por cierto que agraciamos a los Hijos de Israel con el Libro [la Torá y el Evangelio], la sabiduría [para que juzgaran con equidad], la profecía y un sustento generoso, y les preferimos a sus contemporáneos”. (Corán 45:16)
Dios los favoreció con numerosas bendiciones además de los Profetas, como proveerles comida celestial, llamada manna y salwaa.
“¡Oh, Hijos de Israel! [Recordad Nuestras gracias, cuando] Os salvamos de vuestros enemigos, os citamos en la ladera derecha del monte [para que podáis presenciar Nuestros milagros], y os enviamos el maná y las codornices”. (Corán 20:80).
Dios los salvó de la esclavitud del Faraón enviándoles a Moisés, quien los llevó a través del Mar Rojo para habitar en la “Tierra Bendecida” de Canaán.
“Y dimos a los Hijos de Israel, luego de haber sido humillados, las tierras que bendijimos al este y al oeste [de Egipto]; y se cumplió la promesa de tu Señor con los Hijos de Israel por haber sido pacientes, y destruimos cuanto habían construido el Faraón y su pueblo”. (Corán 7:137).
Esta preferencia otorgada a los israelitas no fue a cuenta de su superioridad racial, como mencioné antes, sino en razón a los grandes sacrificios de Abraham y sus súplicas que fueron respondidas por Dios, y esta preferencia fue dada a los israelitas en tanto ellos mantuvieron la alianza que Dios hizo con ellos.
“Dios concertó el pacto con los Hijos de Israel y designó de entre ellos doce jefes. Y les dijo: Yo estoy con vosotros. Si hacéis la oración, pagáis el Zakat, creéis en Mis Mensajeros, les auxiliáis y hacéis caridades generosamente en Mi nombre, absolveré vuestras faltas y os introduciré en jardines por los que corren los ríos. Y quien de vosotros se niegue a creer después de esto se habrá extraviado del camino recto”. (Corán 5:12).
Un vistazo al alegato de que el Corán, el Islam y los musulmanes son antisemitas.
Parte 2: ¿Quiénes son el verdadero pueblo elegido?

El favor de Dios está en la observación de los mandamientos

Como mencioné anteriormente, el favor de Dios hacia los judíos estaba con ellos en tanto mantuvieran la alianza que Dios hizo con ellos. Este hecho también fue declarado por los propios judíos: “Debido a nuestra aceptación de la Torá, los judíos tenemos un estatus especial a los ojos de Di-s, pero perdimos tal estatus especial cuando abandonamos la Torá”.
Por lo tanto, entendemos que el favor de Dios no es un aspecto racial ni es vinculante eternamente. Por el contrario, Su favor es hacia aquellos que cumplen los mandamientos. Un israelita que no observa los mandamientos no es incluido en este favor.

Los judíos rompieron la alianza de Dios

Dios menciona en numerosos lugares del Corán que los judíos rompieron la alianza que Dios hizo con ellos, a través de varias transgresiones que cometieron en su religión. Estas transgresiones varían desde caer en el error y adorar a otros en lugar de Dios, un acto que rompe el primero de los diez mandamientos, hasta cambiar y acomodar la Torá a sus propios intereses. Por la Misericordia de Dios, Él continuó enviándoles profetas para que se rectificaran. En lugar de seguir a los profetas que Dios les envió, si éstos traían algo que a los rabinos no les gustaba, rechazaban a los profetas e incluso los mataban. Esto ciertamente se convirtió en incredulidad hacia Dios y, debido a ello, el favor con el que Dios cubrió a los judíos les fue retirado. Dios dice en el Corán:
“Dondequiera que se encuentren serán humillados, a menos que estén amparados según lo establecido por Dios o por un pacto con los hombres. Cayeron en la ira de Dios y se les impuso la miseria. Ello por no haber creído en los signos de Dios y por haber matado a los Profetas injustamente, por haber desobedecido y violado la ley”. (Corán 3:112).
La Biblia también habla del hecho de que los judíos mataban a los profetas de
Dios en 1 Tesalonicenses 2:15, y lo repite en Hechos 7:52. También leemos en Romanos 11:3 que el Profeta Elías hizo un llamamiento contra los israelitas:
“Señor, han matado a tus profetas y han derribado tus altares. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!”
Uno de los más graves de estos delitos fue el rechazo de Jesús, una señal clara y un milagro enviado a los judíos. Fue a través de este profeta que el favor de Dios hacia los judíos como nación fue reemplazado por Su Furia e Ira. Los únicos judíos que se mantuvieron “elegidos” fueron aquellos que siguieron a Jesús: los cristianos nazarenos.

¿Los cristianos son el pueblo elegido de Dios?

Un hecho en el que los cristianos y los musulmanes están de acuerdo, en contraposición a los judíos, es que el Amor de Dios no está limitado o especificado a una raza elegida, sino más bien a aquellos que observan sus alianzas. Aunque Jesús fue enviado específicamente a los judíos, el cristianismo se ha visto a sí mismo a través de la historia como una religión para todos los pueblos. Así, de acuerdo a los cristianos, cualquiera que acepta las enseñanzas de Jesús gana el Amor de Dios y Su Gracia y Favor, y cualquiera que las rechaza está condenado al Infierno.
Este es un punto con el que los musulmanes también están de acuerdo, pero el hecho es que los cristianos no siguen las enseñanzas de Jesús, pues él ordenó a sus seguidores observar los mandamientos de los judíos, el mayor de los cuales es que sólo Dios merece ser adorado. El culto de los cristianos hacia Jesús y el atribuirle divinidad es una de las razones por las cuales ellos también se han ganado la ira y no el favor de Dios.

Reprender a otros pueblos

Cuando analizamos los versículos que reprenden a los judíos en el Corán, vemos, como mencioné anteriormente, que giran en torno a ciertos mandamientos que ellos rompieron y ciertos castigos que les han sido impuestos. Esta crítica no se limita sólo a los judíos, sino que claramente se extiende en el Corán y la Sunnah a todos aquellos que desobedecen los mandamientos de Dios a través de la historia hasta nuestros días, incluyendo a los musulmanes. Dios dice respecto a un musulmán que mata a otro musulmán intencionalmente:
 “Quien matare a un creyente intencionadamente será castigado con el Infierno eterno. Incurrirá en la ira de Dios, lo maldecirá y le tendrá reservado un castigo terrible”. (Corán 4:93).
Vemos entonces que estos versículos severos hallados en el Corán están dirigidos a todos aquellos que rompen los mandamientos de Dios, y no a unas razas o pueblos específicos. Del mismo modo, las únicas personas que son elegidas y favorecidas por Dios son los piadosos de cualquier nación, y no una raza o pueblo específico. Judíos, cristianos, y todos aquellos que sean sinceros con su religión y con las enseñanzas originales irán al Paraíso, como el mismo Dios dice:
 “Por cierto que quienes creyeron [en los Mensajes que trajeron los Profetas anteriores a Moisés], los judíos, los cristianos y los sabeos que hayan tenido fe en Dios y en el Día del Juicio, y hayan obrado correctamente tendrán su recompensa junto a su Señor, y no temerán ni se entristecerán”. (Corán 2:62).
Sin embargo, aquellos que no siguieron los mandamientos de su religión, y no creyeron en el Islam, están destinados al Infierno. Esto es porque el Islam es la única religión que es aceptada por Dios después de la revelación de Su Mensaje Final al Profeta Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él.
 “Por cierto que quienes no creyeron de entre la Gente del Libro y los idólatras serán castigados eternamente en el fuego del Infierno; y éstas son las peores criaturas”. (Corán 98:6).

El Talmud y sus autores

¿Qué es el Talmud judío? ¿Cuántas versiones del Talmud existen? ¿Quién escribió el Talmud? Este artículo responde estas preguntas a la luz de los eruditos judíos y seculares.

¿Qué es el Talmud?

El Talmud es el libro básico del judaísmo. La Enciclopedia Británica declara que el término hebreo “Talmud” se refiere a una compilación de enseñanzas antiguas consideradas sagradas por los judíos desde el momento en que fueron compiladas hasta los tiempos modernos, y todavía son consideradas así por los judíos religiosos. En palabras del Rabino Dr. Jacob Neusner, es el “documento fundacional del judaísmo”.

Los Talmud Babilónico y Palestino

Existen dos versiones del Talmud. La Liga Antidifamación declara:
“Hay dos ediciones del Talmud, una fue compuesta por los judíos babilonios y otra por los judíos que vivían en la Jerusalén antigua. Generalmente, una cita del Talmud se refiere a la versión babilonia, que es considerada la autorizada. El Talmud de Jerusalén habitualmente no se enseña, ni siquiera en las escuelas judías más ortodoxas de hoy, aunque los eruditos avanzados del Talmud a veces lo estudian”.
El Profesor Shanak lo explica aún más:
“Básicamente, el Talmud consiste de dos partes. La primera, la Mishná: un código legal conciso que consiste en seis volúmenes, cada uno subdividido en varios tratados, escrito en hebreo, redactado en Palestina alrededor del 200 d.C. a partir de material legal mucho más extenso (y principalmente oral) compuesto durante los dos siglos anteriores. La segunda parte, y la más predominante, es la Guemará: un registro voluminoso de las discusiones sobre y alrededor de la Mishná. Hay dos conjuntos de Guemará más o menos paralelos, uno compuesto en Mesopotamia (Babilonia), alrededor del 200 y el 500 d.C., y el otro en Palestina, alrededor del 200 y una fecha desconocida mucho antes del 500 d.C. El Talmud Babilónico (que es la Mishná más el Guemará mesopotámico) es mucho más extenso y mejor organizado que el palestino, y es el único considerado como definitivo y autorizado. El Talmud de Jerusalén (palestino) es un estatuto decididamente inferior como autoridad judicial, junto con un número de compilaciones, conocidas colectivamente como la ‘literatura talmúdica’, que contiene material que los editores de ambos Talmud dejaron fuera”.
Otro autor confirma que el Talmud Babilónico es considerado como la versión autorizada, así:
 “La autoridad del Talmud Babilónico es también mayor que la del Talmud de Jerusalén. En caso de duda, el primero es decisivo”.

Autores del Talmud

De acuerdo a los eruditos del Talmud, el Talmud es la forma escrita de las enseñanzas de los fariseos. ¿Y quiénes fueron los “fariseos”? La Enciclopedia Universal Judía declara bajo el tema de “fariseos”:
“La religión judía, como es hoy día, desciende en línea directa, sin interrupciones a través de todos los siglos, de los fariseos. Sus ideas y métodos principales encuentran expresión en una literatura de extensión enorme, de la que una gran cantidad aún existe. El Talmud es la mayor y más importante pieza de esa literatura… y su estudio es esencial para cualquier entendimiento real del fariseísmo”.
En cuanto a los fariseos, la edición de 1905 de la Enciclopedia Judía dice, bajo el tema de “fariseos”:
 “Con la destrucción del Templo (70 d.C.) los Saduceos desaparecieron también, dejando la regulación de todos los asuntos judíos en las manos de los fariseos. De ahí en adelante, la vida judía fue regulada por los fariseos, la historia entera del judaísmo fue reconstruida desde el punto de vista fariseo, y se le dio un nuevo aspecto al Sanedrín del pasado. Una nueva cadena de tradición suplantó la vieja tradición sacerdotal (Abot 1:1). El fariseísmo formó el carácter del judaísmo y la vida y pensamiento de los judíos por todo el futuro”.
El Rabino Michael Rodkinson afirma:
“¿La literatura con la que Jesús se familiarizó en sus primeros años aún existe en el mundo? ¿Es posible para nosotros acceder a ella? ¿Podemos revisar las ideas, las afirmaciones, los modos de razonamiento y de pensamiento sobre temas morales y religiosos que eran corrientes en su tiempo y que debieron haber sido [resueltos] por él durante aquellos silenciosos treinta años, cuando estaba sopesando su misión futura? Para estas cuestiones, la clase erudita de rabinos judíos responde –sosteniendo el Talmud–. Aquí, dicen ellos, está la fuente de la que Jesús de Nazaret obtuvo las enseñanzas que le permitieron revolucionar el mundo. La pregunta se hace ahora muy interesante para todo cristiano: ¿qué es el Talmud?... El Talmud, entonces, es la forma escrita de lo que, en la época de Jesús, fue llamado las “Tradiciones de los Ancianos”, y a las que él hace frecuentes alusiones”.
El Rabino Dr. Louis Finkelstein, instructor de Talmud, y más tarde presidente del Seminario Teológico Judío de Norteamérica, escribe:
“El fariseísmo se hizo talmudismo, el talmudismo se hizo rabinismo medieval, y el rabinismo medieval se hizo rabinismo moderno. Pero, a través de esos cambios de nombre, inevitables adaptaciones de costumbres, y ajustes de la Ley, el espíritu de los fariseos ancestrales pervive inalterado. Cuando el judío lee sus oraciones, está recitando fórmulas preparadas por los eruditos pre-macabeos. Cuando se pone el manto prescrito para el Día de la Expiación y la víspera de la Pascua, está utilizando la vestimenta del festival de la antigua Jerusalén. Cuando estudia el Talmud, está, de hecho, repitiendo los argumentos utilizados en las academias de Palestina”.
Está reportado que Jesús denunció enérgicamente a esta secta de sacerdotes judíos conocida como los fariseos:
“Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!” (Juan 8:44).
Además, se registró que Jesús había dicho que ellos anularon todos los Mandamientos de Dios por su tradición, “sus enseñanzas no son más que reglas humanas” (Marcos 7:13; Mateo 15:6-9, etc.). Su invectiva, en verdad, no puede ser igualada. Todo Mateo 23 es como un latigazo. Comparó el fariseísmo con un sepulcro blanco, de hecho hermoso por fuera, pero “lleno por dentro de huesos de hombres muertos y de toda inmundicia”. Cristo llegó al clímax de una condena tras otra con la imprecación “¡Hipócritas!”. Llamó a los fariseos hijos de aquellos que mataron a los Profetas. Predijo que ellos matarían, crucificarían y perseguirían hasta que la culpa por toda la sangre derramada desde Abel para abajo recaería sobre ellos. “¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del Infierno?”, pregunta Jesús.