PARA REFLEXIONAR...

¿Por qué si una monja está cubierta de los pies a la cabeza se dice que ella está demostrando su devoción a Dios, pero cuando se trata de una musulmana, "ella está oprimida" ?!!!
¿Por qué cuando un judío se deja la barba, el sólo está practicando su fe, pero si un musulmán se la deja, es un extremista ?!!!
¿Por qué cuando una mujer occidental permanece en casa para cuidar a sus niños y su casa, ella se está sacrificando para el bienestar de su hogar, pero cuando una mujer musulmana lo hace, "ella necesita ser liberada" ?!!!
¿Por qué cuando un muchacho por si mismo dedica su tiempo a un tema, se dice que el tiene potencial, pero cuando un chico dedica su tiempo al Islam, el está desesperado ?!!!
¿Por qué cuando un cristiano mata a alguien, la religión no es mencionada (vr.g el ERI en Irlanda) o (ETA en el País Vasco, España) pero cuando un musulmán es acusado de un crimen enseguida sale la religión a colación ?!!!
¿Pero sin embargo, ¿Por qué, a pesar de todo, el Islam sigue siendo la religión con mayor crecimiento (*) en el mundo?
(*) Datos de la UNESCO.
La ilaha illa  Lah Muhammad Rasulul lah.

Los Hijos

Una de las mayores ambiciones de la humanidad es dejar hijos que porten el apellido de la familia. Sin embargo, si no se lo hace buscando el deleite de Dios, ese afán bien puede ser un factor que saque al individuo de Su sendero. En definitiva, todos somos probados con nuestros hijos y lo correcto es tratarlos de tal manera que Dios acepte nuestra conducta:
Vuestra hacienda y vuestros hijos no son más que tentación, mientras que Dios tiene junto a Sí una magnífica recompensa. (Corán, 64:15).

En el versículo es muy importante el término traducido como “tentación”. Para muchos una de las cosas principales es tener descendencia. Pero en el sentido coránico el creyente sólo la quiere con el objeto de obtener la complacencia de Dios. De no ser así, es decir, si la buscamos sólo para satisfacer nuestros deseos, significa adscribir socios a Dios. El Corán nos habla de ello:
Él es Quien os ha creado de una sola persona (Adán), de la que ha sacado a su cónyuge (Eva) para que encuentre quietud en ella. Cuando yació con ella, ésta llevó una carga ligera (el comienzo del embarazo), con la que iba de acá para allá; pero cuando se sintió pesada, invocaron ambos a Dios, su Señor: “Si nos das un hijo bueno, seremos, ciertamente, de los agradecidos”. Pero, cuando les dio uno bueno, pusieron a Dios asociados en lo que El les había dado. ¡Y Dios está por encima de lo que le asocian! ¿Le asocian dioses que no crean nada ―antes bien, ellos mismos han sido creados…? (Corán, 7:189-191).

Los profetas citados en el Corán sólo buscaban complacer a Dios cuando le pedían hijos. Un ejemplo de ello lo da la mujer de Imran:
Cuando la mujer de Imran (la abuela materna de Jesús) dijo: “¡Señor! Te ofrezco en voto, a Tu exclusivo servicio, lo que hay en mi seno. ¡Acéptamelo! Tú eres Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe”. (Corán, 3:35).
El ruego del profeta Abraham también establece un ejemplo para todos los creyentes:
¡Y haz, Señor, que nos sometamos a Ti, haz de nuestra descendencia una comunidad sumisa a Ti, muéstranos nuestros ritos y vuélvete a nosotros! ¡Tú eres, ciertamente, el Indulgente el Misericordioso! (Corán, 2:128).
En el versículo, el pedido sobre las características de la descendencia es una forma de pedir el favor de Dios, una forma de adorar a Dios. Pero si la intención es otra, se puede sufrir graves consecuencias en este y en el otro mundo. Los creyentes reconocen a los hijos como individuos que Dios les ha confiado. En consecuencia, no cabe el engreimiento por el éxito o la inteligencia de los mismos pues es Dios quien les concedió esas aptitudes. La jactancia por los dones que exhiben, es simplemente un acto de extravío.

La arrogancia tiene consecuencias muy serias en el Más Allá. El infatuado querrá pagar su salvación el Día del Juicio entregando a los hijos, a la esposa o a los familiares cercanos. El deseo de evitar el castigo horroroso lleva a abandonar enseguida a los seres queridos. No obstante, ante el tribunal de Dios el reo no podrá escapar del terrible final que le espera.

En la sociedad de la ignorancia los hijos se convierten en fuente de muchos problemas no sólo en el Más Allá sino también aquí. Desde que nacen entrañan pesadas responsabilidades y es una experiencia especialmente difícil para las madres. Al saberse embarazadas deben cambiar su estilo de vida y reordenar sus prioridades para poner la atención principal en lo que llevan en el vientre. Deben modificar los hábitos de comer, el modo de dormir, es decir, todo lo que tiene que ver con el comportamiento diario. Ante la cercanía del parto les resultan difíciles hasta los movimientos más comunes. Pero las mayores dificultades comienzan luego del nacimiento de la criatura. Esta insume casi todo su tiempo y esperan que el bebé crezca para que les deje más horas libres con el objeto de invertirlas en otras cosas. Pero en verdad, los años pasan más rápido de lo que parece.

Si lo hecho en ese tiempo por la madre es para alegría de Dios, se lo puede considerar como una forma de adoración a Él. De lo contrario, como sucede con frecuencia en las sociedades alejadas de las normas religiosas, se sufre distintos tipos de desengaños pues la descendencia desarrolla una personalidad egoísta, propia del medio en el que vive. Los chicos sólo muestran interés por sus padres si ello les aporta algún beneficio, en tanto que éstos se dan cuenta de eso demasiado tarde, es decir, cuando aparecen los problemas que acarrea el envejecimiento. De manera opuesta a lo que esperaban, es decir, que cuando sus hijos sean grandes les ayuden en todos sus requerimientos propios de la edad avanzada, se encuentran con que se desentienden de ellos o los meten en un geriátrico.

Dios presenta en el Corán a los creyentes como personas responsables y misericordiosas con sus padres, especialmente si son ancianos:
Tu Señor ha decretado que no debéis servir sino a Él y que debéis ser buenos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos envejecen en tu casa, no les digas: “¡Uf!” y trates con antipatía, sino que sé cariñoso con ellos. Por piedad, muéstrate deferente con ellos y di: “¡Señor, ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron cuando me educaron siendo niño!”. (Corán, 17:23-24).
 Como podemos comprender de estos versículos, es honorable criar a los hijos a la luz de los valores coránicos. Pero si los padres incrédulos crían a los suyos con los preceptos de la sociedad de la ignorancia, el esfuerzo que hagan no tendrá sentido ni en este mundo ni en el otro. Y si los hijos rechazan las enseñanzas coránicas, los padres se ganan, de todos modos, el contento de Dios. Y no hay ningún protector o auxiliador fuera de Él.

Por otra parte, los que buscan que los hijos les faciliten los beneficios mundanales, no serán auxiliados ni aquí ni en el Más Allá:
Ese día (es decir, el día del Juicio), cada cual tendrá bastante consigo mismo. (Corán, 80:37).
Como dijimos antes, el ser humano es creado solamente para servir a su Creador. Todo lo que le rodea y su vida, existen con el único objetivo de ponerlo a prueba. Nada más que sus obras serán juzgadas después de morir y de acuerdo al resultado será premiado con el Paraíso o condenado al Infierno. En resumen, a la persona no se la valora por su riqueza, belleza o cantidad de hijos, sino por su taqwa, es decir, su respeto reverencial a Dios:
Ni vuestra hacienda ni vuestros hijos podrán acercaros bien a Nosotros. Sólo quienes crean y obren bien recibirán una retribución doble por sus obras y morarán seguros en las cámaras altas (del Paraíso). (Corán, 34:37).
A quienes no crean, ni su hacienda ni sus hijos les servirán de nada frente a Dios. Esos tales morarán en el Fuego eternamente. (Corán, 3:116).
Ni su hacienda ni sus hijos le servirían de nada frente a Dios. Esos tales morarán en el Fuego eternamente. (Corán, 58:17).

El Matrimonio

El matrimonio se considera un punto de inflexión importante en la vida. Cada joven busca reunirse con la persona que le gusta. Un buen consorte es un gran objetivo y la juventud inteligente está bastante “adoctrinada” sobre la importancia de encontrarlo. Pero en las sociedades ignorantes las premisas son otras y las relaciones entre hombres y mujeres se basan en fundamentos defectuosos. Es decir, no se acepta la forma de vida ordenada por Dios: las “amistades” son relaciones románticas en la que ambos sexos buscan la satisfacción emocional. Los matrimonios se basan, por lo común, en el mutuo beneficio material. Muchas mujeres buscan al hombre “próspero” para lograr un excelente pasar. En función de ello, una joven puede aceptar ser durante bastante tiempo la esposa de alguien por quien no siente ningún afecto. El hombre, por su parte, busca muy a menudo a la “buena moza”, a la “bella”.

El razonamiento en la sociedad de la ignorancia rechaza un hecho crucial: todos los valores o bienes materiales están condenados a desaparecer en su momento y Dios puede retirar la fortuna de quien quiera cuando quiera. De la misma manera, en unos pocos segundos puede hacer perder el buen aspecto de quien sea, puede desbaratar mediante un accidente la rutina diaria de cualquiera y dejarle deformada alguna parte del cuerpo. Por otra parte, el tiempo se ocupa de hacer decaer la salud, la fortaleza y la belleza. Frente a tales situaciones, ¿de qué vale un sistema basado en réditos puramente materialistas? Por ejemplo, pensemos en un hombre que se casa con una mujer llevado únicamente por su buen aspecto. ¿Cuál será su actitud si en un accidente ella queda muy afeada? ¿La abandonará cuando las arrugas empiecen a invadirle el rostro? Las respuestas revelan el fundamento irracional del pensamiento materialista.

Un matrimonio es valioso cuando se lo realiza para obtener el contento de Dios. De otro modo se convierte en un peso en éste y en el otro mundo. Quien no comprende en esta vida lo que es correcto para el alma humana, lo comprenderá en la próxima, pero entonces ya será demasiado tarde para arrepentirse, tomar conciencia. El Día del Juicio la persona equivocada querrá dar a su cónyuge con quien se sentía tan ligado como rescate para su propia salvación. El terror de ese día transformará todas las relaciones de este mundo en algo sin sentido. Dios da detalle del trato entre los miembros cercanos de la familia el Día del Juicio:
(A los infieles) les será dado verles. El pecador querrá librarse del castigo de ese día ofreciendo como rescate a sus hijos varones, a su compañera (es decir, a su esposa), a su hermano, al clan que le cobijó, (Corán, 70:11-13).
Teniendo en cuenta el versículo, resulta evidente que el individuo ya no dará ninguna importancia al cónyuge, a los hermanos, amigos u otras personas el Día del Juicio.

Desesperado por salvarse, deseará entregar como rescate a sus familiares o parientes cercanos. Gente así se maldecirá mutuamente porque ninguna advirtió a las demás de ese día terrible. En el Corán se relata el caso de Abu Lahab quien mereció el castigo eterno en el fuego y su esposa:
¡Perezcan las manos de Abu Lahab! ¡Perezca él (todo)! Ni su hacienda ni sus adquisiciones le servirán de nada. Arderá en un fuego llameante, así como su mujer, la acarreadora de leña, a su cuello una cuerda de fibras (de palma). (Corán, 111:1-5).
En el tipo de matrimonio aceptable para Dios existen criterios muy distintos a los que sustentan los ávidos de grandes fortunas. Para obtener el agrado de su Señor no recurren al dinero, a la fama o a la belleza. Su único criterio válido es la taqwa, es decir, “el respeto reverencial a Dios, eludir todo lo que El prohibió y cumplir todo lo que El ordenó”. En consecuencia, un creyente sólo puede casarse con quien exhiba una lealtad cabal a su Señor. Un matrimonio así vive en paz y feliz. Dice un versículo al respecto:
Y entre Sus signos está el haberos creado esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros (es decir, las parejas) el afecto y la bondad. Ciertamente hay en ello signos para gente que reflexiona. (Corán, 30:21).
A quienes consideran la taqwa su único criterio de vida, seguramente les resultará muy agradable el otro mundo. Los creyentes que se recomiendan y guían mutuamente para actuar con rectitud y alcanzar el Paraíso, también serán amigos eternamente. El Corán describe esta relación:
Pero los creyentes y las creyentes son amigos unos de otros. Ordenan lo que está bien y prohíben lo que está mal. Hacen la oración, dan la limosna y obedecen a Dios y a Su Enviado. De ésos se apiadará Dios. Dios es poderoso, sabio. (Corán, 9:71).

¿Son Importantes en el Mundo la Riqueza y la Posición Social?

La mayoría de la gente piensa que en este mundo se puede alcanzar perfectamente una vida esplendorosa, lo que sugiere que, por medio de alguna herramienta, se podría encontrar la felicidad auténtica, que duraría para siempre. Pero la verdad es otra: no podemos lograr la vida que soñamos si olvidamos a nuestro Creador y el Día del Juicio. Lo que generalmente hacemos es buscar algo y una vez conseguido repetir el proceso hasta que nos invade la incapacidad. Por ejemplo, alguien no contento con la inmensa ganancia generada en un negocio, se embarca en otro emprendimiento y así sucesivamente para aumentar la fortuna. Esa persona no disfruta la vivienda nueva que tiene porque la del vecino está decorada más artísticamente o porque la suya tiene un diseño que ya no está de moda. De la misma manera, debido a que los gustos y las modas cambian muy de seguido, no se disfruta del guardarropa que se tiene y se sueña con otro más sofisticado. Dios explica claramente la psicología del incrédulo:
¡Déjame solo con Mi criatura, a quien he dado una gran hacienda, e hijos varones que están presentes! Todo se lo he facilitado pero aún anhela que le dé más. (Corán, 74:11-15).

Una persona en sus cabales y que comprende las cosas con claridad, debería reconocer que quienes adquieren mansiones con más habitaciones que las personas que las ocupan, automóviles lujosos o vestidores fabulosos, son sólo capaces de usar una parte limitada de esas posesiones. Aunque se tuviese la mansión más grande del mundo, ¿sería posible disfrutar todas sus partes a la vez? Si se dispone de un vestidor con ropa de alta costura, ¿cuánta de ella podría usarse plenamente? El propietario de esas cosas es una entidad limitada en términos de tiempo y espacio y sólo puede gozar una de ellas a la vez. Si a alguien se le ofrece todos los platos deliciosos de un restaurant famoso, su estómago no podrá recibir más que algunos. Y si intenta comer más, sufrirá debido a la ingesta abusiva y no gozará de lo comido.

Se puede agregar más ejemplos como los dados pero lo que hay que destacar es que tenemos un período absolutamente limitado de vida como para poder gozar todas las delicias que nos puede proveer la riqueza. Aunque marchamos rápidamente hacia la muerte, difícilmente lo reconocemos durante la vida y creemos que los bienes que poseemos nos proporcionarán una existencia eterna:
(¡Ay de todo aquél… que amase hacienda y la cuente una y otra vez,) creyendo que su hacienda le hará inmortal! (Corán, 104:3).
Dicha gente queda tan fascinada por todo lo que le permite la riqueza material, que cuando deba enfrentar el tremendo momento del Día del juicio, intentará escapar del castigo renunciando a todo lo acumulado:
Les será dado verles. El pecador querrá librarse del castigo de ese día ofreciendo como rescate a sus hijos varones, a su compañera, a su hermano, al clan que le cobijó, a todos los de la tierra. Eso le salvaría. ¡No! Será una hoguera, (Corán, 70:11-15).

Pero también es cierto que algunas personas son conscientes de que la riqueza, la prosperidad y la gran fortuna están bajo el control de Dios. Por eso comprenden que la buena posición social o jerarquía mundanal son ridículas, pues no son ninguna garantía de la salvación en el otro mundo. Por lo tanto prefieren apartarse de las actitudes ególatras, arrogantes y ostentosas, mostrándose humildes. Quienes confían en su Señor tienen como principal objetivo servirle y son consientes de que sólo pueden beneficiarse de los bienes mundanales por un limitado período de tiempo, ya que pierden todo valor frente a la abundancia eterna prometida. Y puesto que nunca olvidan la presencia de Dios Todopoderoso y Le agradecen lo que les da, El les reserva una vida confortable y honorable. A gente que procede con este entendimiento, la riqueza nunca las esclaviza, las ciega o las ata a este mundo. Por el contrario, aumenta su agradecimiento y cercanía a Él. Tratan todo y a todos como corresponde, buscando siempre el deleite de Dios. Debido a que son conscientes de lo que significa la buena posición frente a Dios, buscan hacer suyos los valores coránicos antes que el placer mundanal. Las características del profeta Salomón sirven de ejemplo de lo que debe perseguir un creyente auténtico. Aunque Salomón era dueño de una gran fortuna y una persona con mucho peso social, expresó claramente a qué llevaba el uso inadecuado de su considerable patrimonio:
Y dijo (Salomón): “Por amor a los bienes he descuidado el recuerdo de mi Señor hasta que se ha escondido (el sol) tras el velo (de la noche). (Corán, 38:32).
El no poder reconocer para qué son creados los bienes de este mundo, lleva a muchos a olvidar que los podrán usar menos de cien años, para luego tener que dejarlos, igual que a sus familiares. No piensan o no se acuerdan que serán enterrados solos y en consecuencia codician lo que no podrán gozar para siempre.

Quienes consideran que la hacienda es la salvadora y rechazan la existencia de su Creador, padecen problemas en este mundo y sufren una gran amargura en el otro:

A quienes no crean, ni su hacienda ni sus hijos les servirán de nada frente a Dios. Esos (es decir, los incrédulos) servirán de combustible para el Fuego. (Corán, 3:10).
El Corán anuncia cuál es el fin de quienes demuestran una avidez insaciable por la posesión de bienes materiales:
(¡Ay de todo aquél) que amase hacienda y la cuente una y otra vez, creyendo que su hacienda le hará inmortal! ¡No! ¡Será precipitado, ciertamente, en la hutama! Y ¿cómo sabrás qué es la hutama? Es el fuego de Dios, encendido, que llega hasta las entrañas. Se cerrará sobre ellos en extensas columnas. (Corán, 104:2-9).
La verdadera opulencia la obtienen los creyentes que nunca demuestran un interés enloquecido por las cosas mundanales, convencidos de que es Dios quien otorga todo al ser humano y que la existencia dura setenta años o un poco más. Esos son los que buscan con sinceridad el Paraíso para la vida eterna. Prefieren lo valioso permanente en vez de los tesoros temporarios. Dios nos informa de esto:
Dios ha comprado a los creyentes sus personas y su hacienda, ofreciéndoles, a cambio, el Jardín. Combaten por Dios: matan o les matan. Es una promesa que Le obliga, verdad, contenida en la Torá, en el Evangelio, y en el Corán. Y ¿quién respeta mejor su alianza que Dios? ¡Regocijaos por el trato que habéis cerrado con El! ¡Ese es el éxito grandioso! (Corán, 9:111).
Los que hacen caso omiso de estas realidades y se “prenden” al mundo, comprenderán rápidamente quiénes son los que en la práctica están en el sendero recto.

¿Existe en Este Mundo la Riqueza Auténtica?

La mayoría de la gente asume que puede convertir su existencia en perfecta si se lo propone. Y también cree que la sola posesión de bastante dinero permite una calidad de vida elevada, una familia feliz y una posición social admirable. Al pensar así están admitiendo claramente un error: olvidan o no les importa todo lo que tiene que ver con el Más Allá, pues sólo luchan por obtener las cosas de este mundo. Aunque teóricamente su principal propósito sea servir a Dios y agradecerle lo que les da, de lo único que se ocupan es de sus deseos vanos. Dios nos informa lo frívolo y engañoso que resulta ello:
¡Sabed que la vida de acá es juego, distracción y ornato, rivalidad en jactancia, afán de más hacienda, de más hijos! Es como un chaparrón: la vegetación resultante alegra a los sembradores, pero luego se marchita y ves que amarillea; luego, se convierte en paja seca. En la otra vida habrá castigo severo o perdón y satisfacción de Dios, mientras que la vida de acá no es más que falaz disfrute. (Corán, 57:20).
 El principal error de la gente que entiende que nunca perderá su riqueza es no creer en el Más Allá o considerarlo una posibilidad remota. El orgullo hace evadir la sumisión a Dios y desconocer Sus promesas. Se nos relata cuál es el fin de personas así:
Quienes no cuentan con encontrarnos y prefieren la vida de acá, hallando en ella quietud, así como quienes se despreocupan de Nuestros signos, tendrán el Fuego como morada por lo que han cometido. (Corán, 10:7-8).

La historia da testimonio de bastante gente con esa mentalidad. Reyes, emperadores y faraones creyeron que podían asegurarse la inmortalidad por medio de la inmensa riqueza de la que disponían. Parece que nunca se les ocurrió que hay algo más valioso que el poder y la opulencia material. Esa forma de pensar equivocada hizo caer en el error a sus súbditos, impresionados por esos factores de supuesta superioridad. De cualquier manera, los incrédulos enfrentaron y enfrentan un fin terrible:
¿Creen que, al proveerles de hacienda y de hijos varones, estamos anticipándoles las cosas buenas (los bienes de la otra vida)? No, no se dan cuenta. (Corán, 23:55-56).
¡No te maravilles de su hacienda ni de sus hijos! Dios sólo quiere con ello castigarles en la vida de acá y que exhalen su último suspiro siendo infieles. (Corán, 9:55).

Sucede que esa gente no tiene en cuenta un punto crucial: toda la riqueza y eso a lo que se considera muy importante, pertenece a Dios, el real Propietario. Y El decide a quién y por cuánto tiempo otorga algunas de sus posesiones infinitas. En consecuencia resulta lógico que agradezcamos a Dios lo que nos brinda y que seamos Sus servidores leales. Debe recordarse, asimismo, que nadie puede poner límites a lo que Dios concede. Del mismo modo, una vez que alguien es privado de bienes, nadie más que Dios puede proveerlo. Es así como El pone a prueba a Su pueblo. Y quienes olvidan a Su creador y el Día del Juicio, no prestan ninguna atención a esto:
Dios dispensa el sustento a quien El quiere: a unos con largueza a otros con mesura. Se han regocijado en la vida de acá y la vida de acá no es, comparada con la otra, sino breve disfrute… (Corán, 13:26).

La tentación de los bienes mundanales

A lo largo de la vida nos proponemos una serie de objetivos: riqueza, posesiones, elevada consideración social, esposa e hijos. Lo mencionado es parte de las metas que la mayoría persigue y los planes y los esfuerzos se dirigen a cumplimentarlos. A pesar del hecho incontrastable de que todo tiende a avejentarse y a la extinción, casi nadie puede dejar de ligarse intensamente a distintas cosas. Pero el automóvil que un día es moderno, luego se convierte en antiguo. Debido a causas naturales, la rica tierra de una granja se vuelve árida. La persona bella pierde esa condición. Cada ser humano, cuando muere, deja todos los bienes que había acumulado. No obstante, aunque lo dicho se trata de verdades irrefutables, el hombre tiene una devoción incomprensible por las cosas de valor material.

Los que proceden así obcecadamente, comprobarán que consumieron sus vidas persiguiendo ilusiones y, después de la muerte, la situación ridícula en la que se hallarán. Recién en ese momento les quedará en claro que el propósito último de la vida es ser un sincero siervo de Dios.

En el Corán se habla de esta “profunda ligazón” a lo mundanal:
El amor de lo apetecible aparece a los hombres engalanado: las mujeres, los hijos varones, el oro y la plata por quintales colmados, los caballos de raza, los rebaños, los campos de cultivo… Eso es breve disfrute de la vida de acá. Pero Dios tiene junto a Sí un bello lugar de retorno. (Corán, 3:14).
Por lo general ocupamos nuestro tiempo en cosas de este mundo. Pero quienes reconocen la grandeza y el poder de Dios, son conscientes de que todo lo que se les concede es, simplemente, herramientas para obtener Su contento. En ese caso también comprenden que ser siervos de Él es el objetivo principal. Pero las ambiciones nublan la visión, lo que lleva a perder la fe auténtica, la confianza en Dios y a esperar sólo grandes cosas en este mundo engañoso.

Resulta sorprendente que el ser humano olvide todo acerca del otro mundo, infinitamente superior como residencia, y que quede satisfecho con el que vive ahora. Aunque no se tenga una fe acabada, la más leve “probabilidad” del Más Allá debería hacer que, al menos, se asumiera una actitud más cuidadosa.

Los creyentes, por otra parte, son totalmente conscientes de que la otra vida de ninguna manera es una “probabilidad” sino una realidad, motivo por el cual todos sus esfuerzos apuntan a lograr el Paraíso. Comprenden perfectamente lo amargo que será el desengaño en el otro mundo después de haber consumido el tiempo acá en deseos vanos. Son consientes de que la riqueza acumulada bajo la forma de grandes cuentas bancarias, automóviles, mansiones lujosas, etc., no serán aceptadas para el rescate del castigo eterno. Por otra parte, ni los familiares ni los amigos más entrañables estarán presentes para salvarles de la congoja eterna. Sino que, cada alma intentará salvarse por sí misma. No obstante, la mayoría de la gente asume que esta vida no continúa en el Más Allá y abraza con gran codicia este mundo. Dice Dios:
El afán de lucro (o de superioridad) os distrae hasta la hora de la muerte. (Corán, 102:1-2).
La atracción por las posesiones mundanales es, sin duda, la clave de la prueba. Todo lo maravilloso de que disponemos es creado por Dios y dura relativamente muy poco. Lo hace así, para que pensemos y comparemos lo que se nos otorga en este mundo con lo prometido para el otro. Esta es “la clave” de la que hablamos. La vida terrenal es realmente magnífica. Totalmente colorida y atractiva, revela la gloria de la creación de Dios. Sin duda, llevar una buena vida y disfrutarla es algo deseable y se ruega al Todopoderoso por ello. No obstante, lo dicho no puede ser nunca el propósito último pues resulta mucho más importante obtener el contento de Dios y el Paraíso. Por lo tanto no deberíamos olvidarlo en tanto gozamos de los favores que recibimos aquí. Dios nos advierte acerca de esta cuestión:
Lo que habéis recibido no es más que breve disfrute de la vida de acá y ornato suyo. En cambio, lo que Dios tiene es mejor y más duradero. ¿Es que no razonáis? (Corán, 28:60).
El gran afecto por las cosas mundanales es una de las razones que nos lleva a olvidar la otra vida. Además, es importante recordar que nunca encontramos la felicidad auténtica, la paz interior y la satisfacción plena en las cosas materiales que abrazamos ávidamente o por las que trabajamos intensamente. A eso se debe que siempre haya deseos imposibles de satisfacer, pues las apetencias del ego nunca cesan y la búsqueda de “más y mejor” es permanente.

El Camino para alcanzar la Felicidad

En la naturaleza de cada persona  está la búsqueda de la felicidad.  Para algunas personas la búsqueda de la felicidad es su objetivo primordial. Hay quien busca la felicidad temporal que es la que se adquiere en este mundo, pensando que esta es la única felicidad verdadera, la cual terminará con dolor y pena en el día del juicio.
Entonces comprenderán que están buscando alcanzar la calamidad.
Mientras algunos piensan esto,  otros conocen y obedecen a Allah, siguen su religión, y se preparan  fortaleciendo su fe en El. Creen que este es el único camino hacia la felicidad. Para ellos los placeres y la riqueza terrenal son de poca importancia. Cuando de hecho, esta felicidad penetra y llena el corazón del verdadero siervo de Allah se está realmente viviendo en este mundo como si fuera el Paraíso. Estas son las personas que encuentran la verdadera felicidad en este mundo. ¿ Que otra felicidad es comparable a aquella de alguien que se somete a la voluntad de Allah, lo adora y del cual su único objetivo es el complacer a Allah en todo lo que hace para obtener el éxito en el Día de la resurrección, y buscas el paraíso y rechaza el fuego del infierno?. La felicidad no es algo que debe escaparse de nuestras manos, ni tampoco algo que está hecho para este mundo y se acaba después. El creyente vive con una dulzura en su corazón, que si los dueños de este mundo la llegaran a conocer pelearían por ella hasta la muerte con tal de quitársela.
Allah nos dice:
“A quien haya obrado con rectitud sea varón o hembra, siendo creyente, le haremos vivir una buena vida y le daremos la recompensa que le corresponda por lo mejor que haya hecho.”(16:97).
La felicidad es la buena vida de la cual no tienen conocimiento ni siquiera los no creyentes ricos, ya que no la pueden obtener con su dinero, y es por esto que no es sorprendente saber que muchos de ellos se suicidan a pesar de todos los bienes que poseen. Las personas no serán realmente felices hasta que no conozcan quien los creó,  y hacia donde se dirigen al morir.
Se sabe mucho de Marte, de la luna , de las estrellas, así como de las galaxias, gracias a siglos de conocimiento. Pero, ¿cuánto sabemos de nosotros mismos? Sabemos muy poco de nosotros mismos. Es bueno saber acerca de Marte o de las estrellas pero que no es más importante conocernos a nosotros mismos?. Ya que si no sabemos el porque fuimos creados no sabremos tampoco porque morimos.
Alimento para el cuerpo y el Alimento para el alma.

Las personas necesitan comer diariamente para proveer de energía sus cuerpos y para prevenir los efectos que debilitan nuestra salud.  Si se deja de comer por un lapso considerable de tiempo, se llega a la enfermedad y hasta podemos morir. Pero las personas también necesitan de otro tipo de alimento, alimento para el espíritu y para el corazón. Es triste darnos cuenta que las personas no descuidan los alimentos para mantener saludable su cuerpo pero no muestran la misma preocupación por alimentar sus almas y sus corazones.
El corazón necesita alimento así como el cuerpo lo necesita. Las enfermedades del cuerpo y sus efectos debilitantes son más peligrosos que las enfermedades del corazón como lo son el orgullo, la arrogancia, la hipocresía, la dureza de corazón, las cuales llegan por una falta de alimento del alma.
Una de las enfermedades fatales es la enfermedad de Shirk (politeísmo), cuando el corazón se apega a criaturas haciéndolas equivalentes a Allah.

Si una persona siente que su cuerpo está enfermo, tratará de adquirir atención inmediata, preocupado por su salud y por su vida. Pero las enfermedades del alma, como la duda, la envidia, la hipocresía, la arrogancia y la dependencia a este mundo, puede no provocar la misma respuesta de parte del enfermo. Es como si una persona solo siente el peligro de las cosas materiales, y no se da cuenta de los peligros del corazón. La enfermedad más grande del corazón es cuando se asocia algo con Allah. Esta es la mayor causa por la que la mayoría de las personas pierden todo lo que tiene en este mundo y todo lo que pudieran tener en el siguiente. La cura para esta enfermedad es el conocimiento de la unicidad de Allah, y ser sincero en este conocimiento, y en ligar el corazón desde adentro hacia afuera y vice versa.
No es sorprendente que el llamado a la Unicidad de Allah está dentro del corazón del Islam. Esta es la palabra de la verdad sin la cual no existe el Islam. Es la llave para hacer a cualquier persona Musulmán,  y es la llave al Paraíso. No podría salir de la lengua de cualquier hombre una mejor palabra que esta. Fue la palabra más fina de todos los profetas. El Profeta Muhammad ( la paz y las bendiciones de Allah sean con él) , dijo :
“La más fina palabra que he pronunciado, y que los profetas anteriores a mi han pronunciado es No hay otro dios excepto Allah”.
Es la palabra más fina que alguien puede decir a la hora de su muerte. El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos dice:
  “Aquellos que pronuncien que no hay dios Excepto Allah a la hora de su muerte entrarán al Paraíso”.
Esto no quiere decir que el Islam es solamente Tawhid (Monoteísmo), o que el Tawhid es solamente la certeza de que sólo Allah es Único, que El es el creador de los cielos y la tierra y de todo lo que existe. Tawhid también significa que no se puede adorar ninguna otra cosa que no sea Allah. El siervo de Allah,  solamente se acerca a Él, y sus oraciones y ayunos son dirigidos solamente a Él.
De hecho, aquellos que no dependen de Allah, los que no aplican la Sharia a sus vidas , y lo que temen a otros en lugar de temer a Allah, que quieren a otros en lugar de querer a Allah, so siguen su fe. Aquellos que depositan su fe en números, astrología y otras clases de supersticiones han cometido Shirk en sus corazones y con esto han negado una parte del Tawhid. No importa lo que digan pero “no hay otro dios excepto Allah” Si no están libres de actitudes y de creencias que contradigan sus palabras, si no cumplen con sus obligaciones hacia Allah , entonces ellos mismo se han colocado en peligro. Hemos sido advertidos de un tipo de Shirk que cae sobre nosotros sin que nos demos cuenta. Hemos sido prevenidos acerca de ser presunciosos al realizar ciertas actividades buenas ya sea en el Salat o en otras cosas relacionadas con el Islam sin darnos cuenta. Y sentirnos bien porque los demás lo reconocerán.

Una persona puede estar rezando y de repente se da cuenta que alguien lo ve, asi que hace un esfuerzo especial al rezar ya que su amigo o su hermano puede estar observándolo. Es por esta razón que se ha advertido de no publicar sino más bien guardar para nosotros cualquier acto de caridad, tanto asi como que no sepa nuestra mano izquierda lo que la mano derecha hace. Debemos de mantener esto ante los ojos de Allah ya que Allah no aceptará nuestra acción si no está hecha solamente para El. Nosotros necesitamos tener cuidado en esto para que todas nuestras acciones las realicemos por Allah solamente, y que nada se meta entre nuestro compromiso de creer en la unidad de Allah y entre nuestra sinceridad de credo.

LA VIDA

La  vida de los seres humanos es algo sobre lo que únicamente Allah, tiene derecho, Él la da y Él la quita, cuando quiere; Él fija para cada quien un periodo de existencia en este mundo y nadie puede alargar ni acortar ese periodo.
Los actos haram referentes a la vida son:
1.)    El suicidio
2.)    El aborto
3.)    El asesinato
4.)    La corrupción de lo creado por Allah.
El suicidio, es el peor pecado aquí, ya que es shirk, asociación de otros seres con Dios, es politeísmo. El suicida es un hombre que se sintió dios, ya que al disponer de su propia vida adjudicó una atribución que solo Allah, posee. Allah es el Dador de Vida y el Dador de Muerte.
El Profeta dijo:
“El hombre que se quita la vida por su propia mano vivirá eternamente en el infierno y será torturado eternamente con el medio que usó para suicidarse. Así, el que se envenenó, será obligado a beber veneno constantemente – y a sufrir los dolores que éste provoca- y el que se mató con la espada será torturado eternamente con espadas, etc.”
Dentro del Islam también las personas que exponen su vida sin necesidad son suicidas, al igual las personas que fueron matadas mientras cometían un crimen.
El aborto, es también un acto de shirk, ya que el hombre se toma una atribución que es sólo de Allah. Allah, sabe quién debe nacer y quién no. Esto incluye también a la eutanasia.
El Corán dice:
“¡No matéis a vuestros hijos por miedo de empobreceros! Somos Nosotros Quienes les proveemos, y a vosotros también. Matarles es un gran pecado.” (Corán 17;31).
 El aborto por razones terapéuticas es permitido. Pero el aborto injustificado está plenamente prohibido.
El asesinato es un pecado que merece el castigo máximo, la pena de muerte o una reparación.
El Corán dice:
“… Quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda l a Humanidad. Y que quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad.” (Corán 5;32).
El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo que la vida de una persona es sagrada y que el asesinato es haram. También dijo:
“La sangre de un musulmán no debe ser derramada, excepto en uno de estos tres casos: el casado que comete adulterio, el que tenga que responder con su vida por haber asesinado a otro y quien abandona la religión rechazando a la comunidad”.
El que mata a otro ser humano debe pagar con su vida, a menos que los familiares del muerto acepten una reparación – o sea, un pago -  y ellos tienen derecho a decidir si quieren que el asesino sea ejecutado o si aceptan el pago.
Dice el Corán:
“Les hemos prescrito en ella: “Vida por vida, ojo por ojo, nariz por nariz, oreja por oreja, diente por diente y la ley del talión por las heridas”. Y si uno renuncia a ello, le servirá de expiación.” (Corán 5; 45).
“¡Creyentes! Se os ha prescrito la ley  del talión en casos de homicidio: libre por libre, esclavo por esclavo, hembra por hembra. Pero si a alguien le rebaja su hermano la pena, que la demanda sea conforme al uso y la indemnización apropiada. Esto es un alivio por parte de vuestro Señor, una misericordia. Quien, después de esto, viole la ley, tendrá un castigo doloroso. En la ley del talión tenéis vida, ¡hombres de intelecto! Quizás, así, temáis a Dios.” (Corán 2;178-179).

El asesinato no puede quedar impune, y quien actúa de otra manera a como Allah, ordenó  es un infiel, un pecador y  un transgresor. Él dijo cómo hay que hacer las cosas y debemos apegarnos a esas reglas.
Otro pecado contra la vida, y por lo tanto haram, es la corrupción de lo creado por Allah.  En el Corán, Dios condena a quienes  alteran o corrompen la creación de Allah. Quiere decir que es un pecado echar a perder la naturaleza, contaminarla, destruirla sin razón.
Pero la corrupción de la naturaleza del alma humana es peor, y como dijo el Profeta Jesús (la paz sea con él):
“Los que corrompen a estos pequeños, más les valdría atarse al cuello una piedra de molino y arrojarse al  mar”.
¿Y qué es lo más valioso que Allah, puede haber puesto en el alma humana? Es la fe. Así que quien actúa contra la fe del hombre, oponiéndose a la religión, ha de ser combatido como corruptor y un asesino del alma humana.